ECLESIOLOGÍA
HOLMAN
MOLINA CASTAÑO
SEMINARIO
MAYOR SAN JOSÉ CÚCUTA
IV
TEOLOGÍA
2014
1.
LA
IGLESIA EN EL DESIGNIO DE DIOS
1.1.
LOS
NOMBRES Y LAS IMÁGENES DE LA IGLESIA
La palabra <<Iglesia>>
[<<ekklésia>>, del griego <<ek-kalein>> -
<<llamar fuera>>] significa <<convocación>>. Designa
asambleas del pueblo, en general de carácter religioso. Es el término
frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para
designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo
cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la Ley y fue
constituido por Dios como su Pueblo santo. Dándose a sí misma el nombre de
<<Iglesia>>, la primera comunidad de los que creían en Cristo se
reconoce heredera de aquella asamblea. En ella, Dios <<convoca>> a
su Pueblo desde todos los confines de la tierra[1].
La palabra
<<Kirche>> del adjetivo griego, su significado directo es
<<dominical>>, es decir, lo
perteneciente al Señor (dominus) y se refiere a la comunidad de los
creyentes (= de los santos) fundada por Jesucristo, el Hijo de Dios hecho
hombre exaltado en la resurrección, y congregada por el Espíritu Santo. El
español <<Iglesia>> se deriva del griego a través del latín ecclesia, vocablo elegido por los LXX y la vulgata para
traducir el hebreo qahal (asamblea)[2].
En el lenguaje cristiano, la
palabra <<Iglesia>> designa no sólo la asamblea litúrgica, sino
también la comunidad local o toda la comunidad universal de los creyentes.
Estas tres significaciones son inseparables de hecho. La
<<Iglesia>> es el pueblo que Dios reúne en el mundo entero. La
Iglesia de Dios existe en las comunidades locales y se realiza como asamblea
litúrgica, sobre todo eucaristía. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de
Cristo y de esta manera a ser ella misma Cuerpo de Cristo[3].
Para obtener un concepto
teológico útil de Iglesia conviene tener en cuenta los siguientes elementos más
importantes:
· La
Iglesia Pueblo de Dios: en
la primera época de la Iglesia, al menos
hasta el año 70, la Iglesia se veía como el pueblo de Dios de la nueva alianza.
Ya los padres apostólicos ignoraron la conexión entre el pueblo de Dios del A.T
y del N.T; para ellos el pueblo judío representaba el tipo de la apostasía que como Esaú había perdido el derecho de
primogenitura. Según la carta II de Clemente, el verdadero pueblo de Dios
estuvo oculto hasta Cristo, mientras que Ignacio de Antioquía ignora por
completo la expresión Pueblo de Dios, hablando en cambio de Iglesia Universal
que para él es el cristianismo. La idea de pueblo de Dios fue sin embargo
evolucionando y cambiando a través del tiempo y de la historia de la misma
Iglesia[4].
· La
Iglesia edificio o casa de Dios es una imagen que ha perdido
en el curso de la historia su plenitud de sentido y su aplicación a la Iglesia.
De hecho solo han permanecido dos significaciones marginales: para indicar las
estructuras arquitectónicas de los espacios dedicados al culto, levantadas con
madera, piedra, etc. Y la expresión: lenguaje edificante, para indicar una
manera piadosa de hablar. Podríamos utilizar esta imagen para significar quizá
los supuestos más primordiales para la vida humana, la cuestión del alimento y
la vivienda del hombre. Al igual que el hombre tiene su vida en Dios, también
de Dios ha de recibir su alimento.
· Cuerpo
de Cristo:
esta imagen representa las singulares relaciones entre la Iglesia y Cristo,
mientras que las imágenes ya vistas como iglesia Pueblo de Dios y edificio de Dios, reflejan
más bien las relaciones de los hombres con Dios en General. Esa conexión entre Iglesia y Cristo está
vista con tanta profundidad que ya aquí
debemos decir que los grandes problemas teológicos de la cristología los
encontramos en la doctrina sobre la Iglesia. Hay que insistir que la relación
mutua y dinámica entre Cristo y el cristiano dentro de la Iglesia no constituye
una unidad hipostática esencial, como la que forman las dos naturalezas en la
persona histórica de Cristo; pero tampoco una mera unidad moral y de gracia,
como la que se da entre gracia y libertad en cada individuo. La unidad está
determinada más bien por el misterio histórico salvífico de Cristo, que se
desarrolla y está presente en los tres acontecimientos análogos en su efecto:
1.
Encarnación: “y
el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”, el nuevo Adán se ha puesto
como fundamento de la Iglesia
2.
Redención: por
la cual seremos irreprochable ante Dios por el amor. Cimiento moral y de gracia
para la Iglesia.
3.
Envío
del Espíritu Santo: es el fundamento de la Iglesia.
Mediante estos tres
acontecimientos de la historia de la salvación se funda la única Iglesia que,
como Cristo, es una realidad totalmente humana en este mundo, aunque no de este
mundo. A ella pertenecen el Señor glorificado, su Espíritu y su Padre de forma
tan esencial, que el desconocimiento de esa pertenencia conduciría a doctrinas
erróneas. (Arrianismo eclesiológico, docetismo, nestorianismo o monofisismo[5])
· Iglesia
como reino de Dios sobre la Tierra:
La
gracia y la redención merecida por Cristo, así como la salvación, justamente
llegan al mundo a través de la Iglesia. La Iglesia prefigura el Reino de Dios
del cual Cristo dijo que está cerca.
La Iglesia es la comunidad
de los creyentes fundada por Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre y exaltado en la resurrección y
congregada por el Espíritu santo.
1.2.
Los
símbolos de la Iglesia
En la Sagrada Escritura
encontramos multitud de imágenes y de figuras relacionadas entre sí, mediante
las cuales la revelación habla del Misterio inagotable de la Iglesia. Las
imágenes tomadas del A.T. constituyen variaciones de una idea de fondo, la del
<<Pueblo de Dios>>. En el N.T. todas estas imágenes adquieren un
nuevo centro por el hecho de que Cristo viene a ser <<la Cabeza>>
de este pueblo.
· <<La Iglesia, en efecto es el redil cuya
puerta única y necesaria es Cristo[6].
Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como el mismo lo anunció>>.[7]
· <<La Iglesia es labranza o campo
de Dios.[8]
En este campo crece el antiguo olivo cuya raíz santa fueron los patriarcas y en
el que tuvo y tendrá lugar la reconciliación de los judíos y los gentiles.[9]
El labrador del cielo plantó como viña selecta.[10]
La verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a los sarmientos, es
decir, a nosotros, que permanecemos en él por medio de la Iglesia y que sin él
no podemos hacer nada>>.[11]
· <<También muchas veces a la
Iglesia se la llama construcción de Dios.[12]
El Señor mismo se comparó a la piedra que desecharon los constructores, pero
que se convirtió en la piedra angular.[13]
Los apóstoles construyen la Iglesia
sobre ese fundamento, que le da solidez y cohesión. Esta construcción recibe
diversos nombres: casa de Dios[14]
en la que habita su familia, habitación de Dios en el Espíritu,[15]
tienda de Dios con los hombres (Ap 21, 3), y sobre todo, templo santo. >>
· <<La Iglesia que es llamada
también “La Jerusalén de arriba” y “madre nuestra” (Ga 4,26), y se le describe
como esposa inmaculada del Cordero inmaculado. Cristo “la amó y se entregó por ella para
santificarla” (Ef. 5, 25-26); se unió a ella en alianza indisoluble, “la
alimenta y la cuida” (Ef. 5, 29) sin cesar >>
1.3.
IMPORTANCIA TEOLÓGICA DE LA ECLESIOLOGÍA
1.3.1. Eclesiología - Teología
fundamental
La
Iglesia está relacionada con el misterio de Dios y con su plan para salvar al
hombre; el fundamento de nuestra fe está indisolublemente unido a la Iglesia , ésta no solo es
la depositaria de la revelación contenida en la S.E. y en la Tradición , sino también es la intérprete
auténtica de esta revelación y es quien la expone fielmente a los hombres, por
tanto, sin ella no sería posible nuestra
fe en el Dios revelado por Cristo.
1.3.2 Eclesiología - Misterio trinitario
La Iglesia también por ser
la plenitud de Cristo, está estrechamente unida al Misterio de la Trinidad , en ella y a
través de ella Cristo cabeza sigue consumando el misterio de la voluntad del
Padre con la fuerza de su Espíritu (Ef 1).
Por su misma naturaleza y
misión está anclada en el misterio Trinitario. Por esta razón ella misma
aparece como Misterio en donde se entrecruzan todos los caminos de la historia
salvífica; del mismo modo tiene como fundamento y termino la acción salvífica
de Dios poniéndose en la iniciativa del Padre, en la realización en el tiempo
por el Hijo y en la consumación por el Espíritu Santo.[16]
1.3.3.
Eclesiología – Escatología
Existe
una estrecha unión entre la salvación final del hombre y la Iglesia. Convocada por Dios y
animada por su Espíritu constituye aquí y ahora el inicio definitivo del reino
en el que Dios tras la venida del Señor al final de los tiempos quiere
glorificar a los hombres. (L.G 5b)
1.4 .
ECLESIOLOGÍA BIBLICA
Dios
creó el mundo en orden a la comunión en su vida divina, comunión que se realiza
mediante la convocación de todos los hombres en Cristo y esta convocación es la Iglesia que es al mismo
tiempo: signo de la presencia de Dios en la tierra y finalidad de todas las
cosas; así como la voluntad de Dios es un acto y se llama mundo, así su
intención es la salvación de todos los hombres y mujeres y se llama Iglesia.
1.4.1.
La Iglesia en el Antiguo Testamento
· Israel como pueblo de la Alianza.
Según
la Escritura
la lejana reunión del pueblo de Dios comienza con la vocación de Abraham; la
preparación inmediata con la elección de Israel (pueblo de Dios), signo de la
reunión futura de todas las naciones , que pacta una alianza con Dios y que
pronto rompe al correr tras los ídolos haciendo aquello que Yahveh reprueba.
Rota
esta alianza que los profetas denuncian, se vislumbra una nueva sellada por
Jesucristo, que ellos anuncian con valentía.[17]
El hecho de que YHWH se
haya creado por su propia elección, un
pueblo de la alianza y le haya convertido en las doce tribus, en el pueblo de
Dios, es fruto inmediato de su voluntad salvífica, que se lleva a cabo mediante
una revelación histórica. Israel, el pueblo elegido por Dios y conducido a
través del desierto hacia la tierra prometida es así mismo el destinatario de
las acciones redentoras, libertadoras y vivificantes de YHWH. Y se convierte
por la fe, la confesión y la asamblea litúrgica, la obediencia a la ley y la
santidad de vida, en oyente y testigo obediente de la autopromesa de Dios como
salvación del hombre. La relación de alianza de YHWH con Israel se da a
conocer a través de tres características
esenciales del pueblo de Dios: a) Propiedad de Dios: en cuanto que Dios mismo
lo ha constituido como pueblo (Dt 4,37); b) socio de la Alianza con Dios:
Israel tiene un papel activo en la salvación Israel conoce y ama a Dios y c)
Israel es santuario de Dios: Israel es ante todo una asamblea cúltica, el lugar
y el medio de la presencia salvífica de Dios. En cuanto santuario de Dios,
Israel es el pueblo sacerdotal, regio y profético ex.19, 6[18].
·
El
servicio de mediación de Israel.
Israel es interpelado y
elegido por Dios como representante de todos ellos ante Dios. El lleva a cabo
este servicio de mediación:
a) Como
pueblo de salvación regio. Cuando se restablezca el reino davídico (mesiánico)
será Israel quien ejercerá el dominio de Dios en los pueblos (Dn 7,13;Is 53,3).
b) Como
pueblo mediador de la salvación profética. Israel es el “mensajero de la
alianza enviado por Dios” (Mal 3,1), el “siervo de Yahveh” dotado del espíritu
que trae a los pueblos justicia y paz y es luz de las naciones (Is 42,1-9). El
misterio profético ha tenido una concreción y desempeñado por las figuras de
Moisés y los profetas.
c) Como
pueblo mediador de la salvación (Ex. 19,5; lev 19,8). Israel es el pueblo
santo, separado, que realiza un ministerio sacerdotal. Todos los pueblos deben
experimentar la acción salvífica de Dios y conocer la vida de la Iglesia en la
comunión de fe y amor y ayuda mutua como señal de la voluntad salvífica de Dios[19].
1.4.2. La Iglesia en el Nuevo Testamento
El motivo y la misión de
Cristo al llegar la plenitud de los tiempos corresponde a realizar el plan de
salvación de Dios Padre. Así para cumplir su voluntad Cristo mismo inauguró el
Reino de los cielos ya aquí en la tierra, Reino que ha sido manifestado a los
hombres con palabras, gestos y acciones, pero ante todo con la presencia de
Jesucristo. Por eso el germen y el comienzo de este Reino son el pequeño rebaño
(Lc 12,32) a quienes convocó Jesús entorno suyo, siendo, Él mismo su Pastor,
Maestro y Guía constituyéndolos como su verdadera familia, su primera comunidad
a quien
dotó de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del
Reino. La elección de los doce con Pedro a la cabeza constituye el cimiento de
la nueva Jerusalén; ellos y los otros discípulos participan de la misión de
Jesucristo, en su poder y desde luego en su suerte. Con todas estas acciones
concretas Cristo prepara y edifica su Iglesia.
En el agua y la sangre que
brotaron del costado abierto de Cristo, no encontramos propiamente el
establecimiento de la Iglesia
pero si el signo de este comienzo y crecimiento. Se puede hablar entonces de
una Iglesia constituida en su nuevo modo y estructura en los últimos tiempos es
decir en la Encarnación
y Misterio Pascual de Cristo.[20]
1.4.2.1.
La Comunidad de los Discípulos de Jesús primera síntesis de la Iglesia.
Del mismo modo que la fe en
cristo brota de la experiencia de la identidad del Jesús prepascual y el cristo
resucitado, también puede conocerse a la Iglesia como misterio de la fe en el
hecho de que el Señor resucitado establece por sí mismo la conexión entre la comunidad
prepascual de los discípulos y la comunidad de fe pospascual.
La «Iglesia de Dios» (1 Cor
15,9) se apoya en el testimonio de Pedro Cefas (Me 1.16: 3,16; Mt 4,18; Jn
1,42), de los Doce y de los demás discípulos. Por la resurrección la comunidad
de los discípulos recibe una configuración nueva y queda constituida como
comunidad de la confesión y del testimonio, de la proclamación y la misión. La
tarea consiste en ser el pueblo de Dios
en el que se ha hecho ya realidad el reino de Dios, por medio del cual ejerce Cristo su misión
universal y su ministerio de mediador de la salvación. La Iglesia, es la
síntesis de la acción divina que elige y de la obediencia humana, de la
revelación divina, el testimonio humano y la confesión de fe. La Iglesia de
Cristo se entiende a sí misma, como el resultado visible de la voluntad
salvífica universal de Dios. Es comunión-comunidad de confesión y de vida de
los discípulos y, en cuanto tal, señal e instrumento de la voluntad salvífica
de Dios. De lo anterior se sigue que solo es posible entender a la Iglesia en el horizonte de la fe de Israel y
de la actividad mesiánica de Jesús[21].
1.4.2.2.
La
nueva constitución del pueblo de Dios en virtud de la elección de Jesús.
El centro de la actividad de
Jesús fue la proclamación del establecimiento definitivo del reino de Dios.
Jesús no fundó una nueva religión ni creó, junto a Israel, otro pueblo de la
alianza. En la elección de los discípulos, Jesús anticipaba el pleno
restablecimiento cuantitativo y cualitativo y la nueva creación del pueblo de
Dios escatológico. Este grupo es la célula germinal del nuevo pueblo de Dios,
que se da a conocer, en la cruz y la resurrección de Jesús, bajo su forma
escatológica[22].
1.4.2.3.
La
revelación del misterio de la Iglesia en la resurrección de Jesús y el envío del
Espíritu
Con el acto de la
resurrección Dios se revela como Padre del Hijo. Jesús, instituido como
mediador del reino de Dios (Rom 1,3s.; 8,11; I Cor 15.28) ha fundado, con la
entrega de su vida en la cruz, la «alianza nueva» 1 Cor 11,25) en su sangre (Mc
14,24). Él es el autor inmediato del ser del nuevo pueblo de Dios compuesto de
numerosos pueblos, por lo tanto, la Iglesia
es también la señal de la voluntad salvífica escatológica para los
pueblos. La entrada en la comunidad del pueblo de Dios se consigue en virtud de
la fe personal, de la confesión de Jesús y de la denominación de su nombre, es
decir, en el sacramento del bautismo. La vida toda de este pueblo de Dios está
sustentada por el Espíritu. (Jn 20,21-23; Mt 18,18). Su esencia y misión está determinada por la auto apertura
del Dios trino en la historia, de la que la ella da testimonio. La Iglesia
existirá hasta la consumación del universo
de acuerdo con la promesa de la presencia del Señor exaltado y la
eficacia permanente del Espíritu Santo (cf. Act 20,28; Gal 4,4-6; Mt 28,20; Jn
20,22s.; Ef 1,23; Col 1,18)[23].
Esta misma Iglesia es
manifestada por el Espíritu Santo: "Cuando el Hijo terminó la
obra que el Padre le encargó realizar en la tierra, fue enviado el Espíritu
Santo el día de Pentecostés para que santificara continuamente a la
Iglesia" (LG 4). Es entonces cuando "la Iglesia se manifestó
públicamente ante la multitud; se inició la difusión del evangelio entre los
pueblos mediante la predicación" (AG 4). Como ella es "convocatoria"
de salvación para todos los hombres, la Iglesia, por su misma naturaleza,
misionera enviada por Cristo a todas las naciones para hacer de ellas
discípulos suyos (Cf. Mt 28, 19-20)[24].
“Para realizar su misión, el Espíritu Santo "la construye y dirige con diversos
dones jerárquicos y carismáticos" LG 4). "La Iglesia, enriquecida con
los dones de su Fundador y guardando fielmente sus mandamientos del amor, la
humildad y la renuncia, recibe la misión de anunciar y establecer en todos los
pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el comienzo
de este Reino en la tierra" (LG 5)[25].
1.4.2.4.
Se
consumará al final de la historia de salvación
Aquí abajo en la tierra la Iglesia se sabe en el
exilio lejos del Señor (2 Co 5,6), por eso aspira al advenimiento pleno del
Reino y espera con todas sus fuerzas reunirse en la gloria cuando logre ser
Iglesia Universal que abraza a todos los justos con su Rey; mientras tanto debe
seguir su peregrinación a través de las persecuciones del mundo, pero gozando de Dios.[26]
1.4.3.
La
Iglesia en la Teología Paulina.
La Iglesia surge del
misterio del proyecto salvífico eterno de Dios, instituida por la sangre de
Cristo y compuesta de judíos y paganos, es testigo de la voluntad salvífica de
Dios que ha irrumpido eficazmente en la historia. Ha sido edificada como templo del Espíritu (Ef 2,18). Se ha hecho un solo cuerpo y un solo espíritu
con Cristo configurado plenamente en la Eucaristía (1Cor 10,17). Esta comunidad salvífica, única y universal existe
en las Iglesias locales y en las comunidades domésticas o familiares (Rom 16,5;
1Cor 16,19) unidos por el bautismo, la confesión y la cena del Señor.
El auténtico concepto
paulino de la ekklesia del Señor es el de cuerpo de Cristo. Cuerpo
que significa: 1. la existencia corporal terrena de Jesús; 2. la
presencia sacramental de la humanidad del Señor exaltado bajo las especies del
pan y el vino en la cena del Señor; 3. la comunión de vida de los fieles con
Jesucristo, cabeza de la Iglesia, y la de los creyentes entre sí derivada de
aquélla (1Cor 10,16; 1Cor 12,27). Justamente como cuerpo de Cristo, la Iglesia
está henchida del Espíritu Santo, que es el origen dinámico de la mesianidad de
Jesús y con cuyo poder fue resucitado Cristo por el Padre (cf. Le 3,22; Rom
8,9-11). En este sentido, la Iglesia es templo del Espíritu Santo (1 Pe 2,5).
Él, como principio vital
desempeña todas las funciones, servicios, ministerios y carismas a través de
los cuales se edifica la Iglesia como cuerpo de Cristo. Es el bautismo el que
convierte a cada cristiano en un miembro del cuerpo de Cristo para servirle con
sus dones y carismas, y es la imposición de manos y la oración la que dispone para ministerio de dirección y los cuidados
pastorales que competen a los epíscopos presbíteros. También Pablo en sus
cartas pastorales nos proporciona el fundamento apostólico de la Iglesia, para
lo cual afirma que: La Iglesia del Dios vivo» es «columna y fundamento de la
verdad» (1Tim 3,15), está al servicio del testimonio y de la proclamación de la
voluntad salvífica universal de Dios (1 Tim 2,4), en el Espíritu Santo (1 Tim
3,16).
1.4.4.
La
Iglesia como comunidad fraterna de los discípulos de Jesús (Juan)[27]
La Iglesia en los escritos
Joánicos se presenta como el espacio del verdadero discipulado que está unido
en la fe, el bautismo y la eucaristía con Jesucristo en comunión con el Padre y el Espíritu en el
amor. Esta Iglesia sirve a los hombres
mediante el testimonio y la proclamación (Jn 14,23.26; 16,14; 17,22; Un 1,3;
4,13). El discipulado brota como comunidad de fe y de amor en virtud de la
entrega de la vida de Jesús a su Padre, participación en la vida de Dios en el
amor, acción que se esclarece e ilustra
mediante la gran imagen de Jesús como viña verdadera y los discípulos como
sarmientos. Este no sólo consiste en ser testigos en obras y palabras de la
entrega de Jesús, sino también en la
disposición a aceptar sobre sí la persecución y la muerte (Jn 15,16-27). Esta
comunidad es universal y los une el
bautismo y la eucaristía y la práctica del mandamiento del amor (Jn 19,34).
La Iglesia es una comunidad
visible fundada y unida en el amor «de obra y de verdad» que lleva la
disposición de entregar la propia vida «por los hermanos» (Jn 3,18).
1.4.5.
El
pueblo de Dios sacerdotal (Primera Carta de Pedro)[28]
La Iglesia es fruto de la obra salvífica de Dios uno y trino y,
en su esencia interna, objeto de la fe.
(1Pe 1,2) Que ha surgido en virtud de las acciones de los profetas y los
apóstoles, que han difundido el Evangelio con el poder del divino Espíritu (1Pe
1,12). En Cristo ejerce la Iglesia su esencia y su misión (1Pe 2,9s.; Ex
19.5s.). En la Iglesia, pueblo y casa de Dios (1 Pe 4,17), cada uno está al
servicio de los demás y colabora en la edificación del conjunto mediante los
múltiples dones y carismas (1Pe 4,11).
Pedro entiende a los presbíteros de la comunidad como pastores que cuidan, de modo episcopal, de la grey de
Dios, son modelos de la comunidad y deben ejercer fielmente su ministerio con
la mirada puesta en la manifestación del «jefe de los pastores» (1Pe 5,4; 2,25).
1.4.6.
El
pueblo de Dios peregrino (Carta a los Hebreos)[29]
Partiendo del hecho de que
Cristo es el sumo sacerdote, la Iglesia es la casa y pueblo de Dios (10,21;
4,9; 10,30; 11,35). Es la hermandad de los santificados en el nombre de Jesús
(2,17). En Cristo, el creyente ha recibido, de una vez para siempre, la participación en el Espíritu (Hb 6,4) y ha
sido llevado para siempre a la plenitud (10,14). Es justamente en medio de la tensión entre la
venida definitiva de Dios y el camino todavía abierto de la comunidad hacia la
consumación última, cuando se requiere, la perseverancia y la paciencia a
ejemplo de los creyentes del pasado, con la mirada puesta en Cristo (Heb
11,40). El autor de la carta a los Hebreos
abre una perspectiva que abarca
el pasado, el presente y el futuro del pueblo de Dios en la tierra y en el
cielo y enseña a contemplar a la Iglesia como comunidad salvífica escatológica
(Heb 12,22-24; 13,17).
1.4.7.
La
Iglesia militante y la Iglesia triunfante (Apocalipsis de Juan)[30]
La Iglesia es la comunidad regia y sacerdotal que
Cristo, «el Cordero», ha adquirido para Dios en virtud de la entrega de su
propia vida (Ap l, 5s.; 5,10; 20,6). Esta reconoce el reino de Dios y le sirve
con la palabra de la proclamación, con el testimonio y con su disposición a los
padecimientos. Con la entrega de Cristo se ha iniciado ya la victoria
escatológica de Dios y se la puede experimentar en medio de los padecimientos y
las persecuciones de los «santos». Con el reinado pleno de Cristo, la Iglesia llega a su fin como instrumento de salvación, pero permanece
como su fruto (Ap 22,4).
1.5.
CRISTO FUNDADOR DE LA IGLESIA
No se trata de constatar
citando textos de la
Sagrada Escritura a Cristo como fundador de la Iglesia por un acto
concreto de fundación (decreto por el cual yo..) no, de ninguna manera. Solo se
puede afirmar que el designio eterno y universal ideado por el Padre,
prefigurado y preparado en el Antiguo Testamento encuentra su realización
concreta en la misión del Hijo, quien inauguró en la tierra el Reino de los
cielos, nos reveló su misterio y su obediencia realizó la redención. Por eso la Iglesia en cuanto
realización concreta del designio de Dios tiene su origen en la misión
histórica de Nuestro Señor Jesucristo. [31]
Especialmente con estas
obras concretas: Predicación del Reino de Dios, Revelación del Padre y Redención.
En una palabra, toda la obra y toda la vida de Jesús constituyen en cierto modo
la raíz y el fundamento de la Iglesia que es como el fruto de toda su
existencia.[32]
Se puede hablar de Cristo
fundador de la Iglesia
porque toda su actividad es:
o
Predicación del Reino de Dios (Mt 4,23; Mc
1,39)
o
Llamado a los discípulos (Mt 4,18; Mc 1,
16-20; Lc 5,1-11)
o
Institución de los Doce y Pedro a la cabeza
o
Institución del Bautismo (Mt 3,13; 28,19)
o
Sacrificio, Banquete Eucarístico (Mc
14,22-25; Mt 26,26-29; Lc 22,15-20; 1Co 11,23)
o
Misterio Pascual (Mc 14,43, 15 y paralelos)
o
El envío del Espíritu Santo (Hch 2,1ss)
Encomendar la misión de
anunciar a la Buena Nueva
a todos los pueblos (Mt 28,19). Estuvo dirigida esencialmente a reunir, formar,
estructurar y animar su Iglesia y son elementos preparatorios que llevan a un
desarrollo progresivo, con etapas concretas que dieron origen inevitable a la
fundación de la Iglesia.[33]
Jesús tuvo una voluntad
fundacional, él tuvo conciencia clara de fundar su Iglesia y realizó actos
concretos con miras a esta Iglesia. Pero esta fundación no lleva a la
atribución de fijar los aspectos institucionales tales y como se han
desarrollado a lo largo de la historia y el tiempo.
Elementos esenciales como la
primacía de Pedro y la
Eucaristía aún se mantienen como fundamento y principio de
originalidad y unidad para la
Iglesia.[34]
Jesucristo quiso ciertamente
una Iglesia, pero no la dejó estructurada como hoy la tenemos. Tuvo conciencia
de construir una comunidad escatológica fundada en él mismo, en la Palabra y en la sacramentalidad para que continuara su
misión. Así pues esta Iglesia nació de la libre decisión de Cristo y ella debe
su existencia al don que él mismo ha hecho de su vida sobre la cruz. Por tal
motivo el Concilio Vaticano II llama a Cristo fundador de la Iglesia.[35]
Los apóstoles y los primeros
cristianos confirman que la fundación de la Iglesia hace parte de la Misión del Hijo y del
Espíritu Santo. Ellos tienen conciencia no sólo de ser sus miembros sino de ser
nuevo Israel (Hch 3,25).[36]
1.6.
DIMENSIÓN
HISTORICA DE LA IGLESIA
Los
Santos Padres como pastores expondrán la fe apostólica apoyándose en las
Sagradas Escrituras, defendiendo esta fe frente a herejías, por tanto no
desarrollan una reflexión sistemática sobre la Iglesia.
Las
características comunes en estas reflexiones:
· Presentan
a la Iglesia
como un misterio (sentido paulino), como una realidad profunda que nace
de la sabiduría y bondad divinas y que progresivamente se va manifestando en la
revelación salvífica, sin llegar a una comprensión plena.
· su
reflexión se basa en las Sagradas Escrituras., no siguen un pensamiento
abstracto, sino simbólico haciendo uso de figuras del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento., aplicándolas a la Iglesia (Eva, Nuevo
Israel, la esposa del Cantar de los Cantares, el cuerpo de Cristo...)
· No
es una Iglesia imaginaria, sino una sociedad visible en la que ellos son
pastores.
1.6.1. La Perspectiva de la Patrística
Los Padres de la
Iglesia aportaron algunas contribuciones
básicas para la comprensión de la naturaleza, la misión y la forma de la
Iglesia. Pusieron todo su empeño en conservar con fidelidad la herencia de los
apóstoles en la «Iglesia católica» (Mart. Pol 8,1), la cual existe en las iglesias locales, unidas entre
sí en la comunión de la fe, de la vida sacramental y de la misión apostólica de
los obispos.
· Ignacio es
el primer autor que define al conjunto total de las comunidades como «Iglesia católica». Esta
es fruto de la predicación apostólica y por tanto tiene la misión de
transmitir con fidelidad las enseñanzas de los apóstoles y preservar la communio de todos los cristianos en la
fe y el amor.
· Ireneo
de Lyon, Justino y Egesipo presentaban a la Iglesia
católica como norma y criterio de la transmisión fiel de la revelación del Dios
trino. La Iglesia, según Ireneo, enseña por mandato de Cristo y a través de sus
enseñanzas habla Jesucristo mismo. Subrayaba que puede identificarse a la
verdadera Iglesia con la comunión de las comunidades que se encuentran en la
«sucesión apostólica de todas las Iglesias». Ofrece un criterio de singular
validez para la communio universal de
la Iglesia la coincidencia con la «tradición apostólica y la proclamación de la
fe de la mayor, la más antigua y la más renombrada Iglesia, fundada y edificada
en Roma. En la unidad de la confesión y de la vida sacramental y a través del episcopado se hace visible y
perceptible su unidad (haer. III, 3,3).
Los Padres desarrollaron el
tema de la «Iglesia» casi siempre desde la vertiente espiritual y con la
atención centrada en su esencia y su misión.
Han concebido a la Iglesia como una koinonia sacramental. La Iglesia es
el misterio, instituido por Dios, de la unión de los hombres con Dios y entre
sí. Esta unidad de la Iglesia, causada por el Espíritu Santo, se lleva a cabo
en la unión de la confesión de fe, del amor fraterno, de la comunión sacramental
y de la unidad en la dirección del episcopado.
· San Agustín La
Iglesia, como cuerpo de Cristo, forma, con su cabeza, una especie de unión
personal no «una cosa», Cristo y la Iglesia son la cabeza y el cuerpo
del unus et totus Christus. El
Espíritu del amor produce, a través de los sacramentos del bautismo y —sobre
todo— de la eucaristía, la unión por la gracia y edifica así a la Iglesia para
que sea communio caritatis y corpus
Christi. Agustín se opuso frontalmente al donatismo. Insiste en que la Iglesia
visible es siempre una ecclesia mixta
de santos y pecadores. Al exponer la relación de la Iglesia como comunión de
gracia por un lado y como sociedad visible y sacramentalmente constituida por
otro, consiguió evitar los dos extremos: Ni la Iglesia es la comunidad de sólo
los justificados, ni tampoco la única Iglesia está dividida en dos realidades
distintas, en una Iglesia espiritual y pura y en otra visible e impura.
1.7.
La
Eclesiología en la Edad Media
Oriente: A partir del Edicto de Milán
(313) comienza una nueva época en la
Iglesia , el imperio se va cristianizando, el emperador asume
el rol de juez incluso en las cuestiones eclesiásticas, la Iglesia se convierte en institución oficial del
imperio lo que provocará más tarde una confusión entre el poder temporal y
espiritual.
Occidente: El fenómeno de Oriente es
más tardío, ya que las invasiones bárbaras no permiten que surja un poder
político dominante. En este contexto surge Carlos Magno (+814) coronado por el mismo Papa
emperador del Sacro Imperio Romano. Las nuevas nacionalidades considerarán a
los obispos de la Iglesia
feudatarios con obligaciones hacia el soberano.
1.7.1. Actitud defensiva de la Iglesia ante la injerencia
que tendrán el imperio y los nuevos reyes en el ámbito eclesiástico.
Toda
la reflexión está centrada en argumentar la potestad del Romano Pontífice; es
una reflexión en clave jurídica apoyada en una lógica aristotélica, por lo
tanto la teología se empobrece al perder un contacto directo con la Biblia que estaba al
servicio del pensamiento como una autoridad para argumentar y no como fuente.
1.7.2.
Movimientos
espiritualistas de Reforma (ss. XIV-XV)
Se
buscaba la purificación de la
Iglesia subrayando su aspecto interno y dejando fuera el
aspecto visible y estructural (jerárquico), afirmando y defendiendo su
independencia frente al poder civil.
1.7.3. Al final de la Edad Media surgen las
órdenes mendicantes reacción
contra la decadencia espiritual y moral.
Surgen
movimientos incluso heréticos que buscan una iglesia compuesta únicamente por
puros o cátaros (valdenses y albigenses). El movimiento espritualista de
Ockam (1347) que habla de una iglesia más interior y espiritual.
Es
en este contexto que surge el “Conciliarismo” que proclama la superioridad del
consejo de los obispos sobre la autoridad del Papa. En medio de estas
tendencias los teólogos buscarán reflexionar con mayor insistencia en la
dimensión social e institucional de la Iglesia y la función del papado, para crear un
equilibrio.
1.8.
La
Eclesiología en la Edad Moderna
1.8.1.
Reforma – Lutero
· Sola
fidei - sólo por la fe se alcanza la salvación de la corrupción.
· Individual
adhesión a la Palabra
de Dios.
· La
Iglesia = comunidad de fe (communio sanctorum). Es la fe fiducial la que
vincula a todos los miembros de la comunidad.
· No
es necesaria ningún tipo de estructura mediadora (jerarquía, magisterio), basta
la unión espiritual de los miembros y el abandono de forma individual a la
misericordia divina
· No
admite el sacerdocio jerárquico, ya que todos los creyentes son sacerdotes
(sacerdocio de los fieles).
1.8.2. Concilio
de Trento (1545-1563)
Defenderá
los puntos doctrinales negados por los protestantes:
·
La Iglesia no puede conocerse con el sólo
valor de la Escritura ,
reconoce la importancia de la
Tradición
·
Estructura jerárquica de la Iglesia
·
Autoridad doctrinal y disciplinar
·
Sacerdocio ministerial
Trento
no desarrolla una Eclesiología integral, ya que se mueve más bien en un tono
polémico.
1.8.3. Contrarreforma
Siguiendo
la ley del péndulo la
Iglesia sólo se ocupa de luchar contra la reforma
protestante, esto provoca un empobrecimiento
en su reflexión eclesiológica. Esta tendencia predominará hasta el
Concilio Vat I, e incluso se agrava al surgir movimientos religioso-culturales
como el jansenismo (S..XVII), el
racionalismo y absolutismo (s. XVIII -XIX)
1.8.4. Origen eterno de la Iglesia
El
origen eterno de la Iglesia
está en el Misterio Trinitario, de él nace, vive y se edifica; pero no solo
aquí halla su fundamento también en las obras más importantes de Cristo:
ENCARNACIÓN, REDENCIÓN Y ENVÍO DEL ESPÍRITU SANTO. Por eso ella se presenta
como realización del libérrimo y arcano designio del Padre.[37]
1.8.5. La Iglesia en la Economía Trinitaria de la Salvación
Es
el eterno Padre quien estableció convocar a todos los hombres, de todos los
tiempos creyentes en Cristo en la Iglesia. Es precisamente el Padre quien está
al comienzo y al final de tal designio.[38]
La
Iglesia es también una realidad dinámica que convoca a todos y cada uno de los hombres los hace testigos de la gratuidad
de Dios que ha querido reconciliar consigo al mundo por medio de su Hijo
Jesucristo, sitúa a hombres y mujeres ante este mismo hecho los convierte en
testigos, beneficiarios y portadores de esta buena noticia.[39] “Entonces todos
los justos descendientes de Adán desde Abel hasta el último elegido se
congregarán junto al Padre en una Iglesia universal”.[40]
1.9.
ECLESIOLOGÍA
DEL VATICANO II (Lumen Gentium)
En la
Constitución Lumen Gentium, la Iglesia se ha propuesto declarar con toda
precisión a sus fieles y a todo el mundo su naturaleza y su misión universal. A
lo largo de sus 8 primeros capítulos se pretende dar respuesta de ellas. Luego,
se le adhieren dos decretos más, uno sobre el Ecumenismo y otro sobre las
Iglesias Orientales, los cuales le dan la integridad necesaria para ser “Luz
para los Pueblos”. Recordemos que en primer lugar el concilio
Vaticano II, teniendo como base todo lo dejado por el Vaticano I, quiere
esclarecer más profundamente la verdadera esencia de la Iglesia. Esta
constitución dogmática aborda los siguientes temas:
1) El Misterio de la Iglesia
2) El Pueblo de Dios
3) Constitución Jerárquica de la Iglesia
y particularmente el Episcopado
4) los Laicos
5) Vocación universal a la Santidad en
la Iglesia.
6) Los Religiosos
7) Índole Escatológica de la Iglesia
peregrinante y su unión con la iglesia celestial; 8) La Bienaventurada Virgen
María, madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia[41].
1.9.1. El Misterio de la Iglesia
La palabra misterio
tomada de la Sagrada
Escritura expresa muy bien la realidad de la Iglesia. No indica
algo incognoscible, más bien designa una realidad divina, trascendente y
salvífica, que se revela y se manifiesta visiblemente estando presente entre
los hombres. La Iglesia
entonces es una realidad compleja, compuesta de elementos humanos y divinos” [42]
La Iglesia está en la historia, pero al mismo
tiempo la trasciende. Solamente <<con
los ojos de la fe>> se puede ver al mismo tiempo esta realidad
visible una realidad espiritual portadora de vida divina.
En cuanto al misterio de la
Iglesia, el concilio quiere resaltar lo siguiente: la Iglesia es obra de Dios
Padre que determinó convocar a los creyentes en Cristo en la Santa Iglesia, que
fue ya prefigurada desde el origen del mundo, preparada admirablemente en la
historia del pueblo de Israel y en el Antiguo Testamento, constituida en los
últimos tiempos, manifestada por la efusión del Espíritu Santo, y se
perfeccionará gloriosamente al fin de los tiempos.
Cristo,
el único Mediador, estableció en este mundo su Iglesia santa, comunidad de fe,
esperanza y amor, como un organismo visible. La mantiene aún sin cesar para
comunicar por medio de ella a todos la verdad y la gracia". La Iglesia es
a la vez:
–
"Sociedad dotada de órganos jerárquicos y el Cuerpo Místico de Cristo;
– el
grupo visible y la comunidad espiritual,
– la
Iglesia de la tierra y la Iglesia llena de bienes del cielo".
Estas
dimensiones juntas constituyen "una realidad compleja, en la que están unidos
el elemento divino y el humano" (LG 8): Es propio de la Iglesia "ser a la vez humana y divina, visible y
dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la
contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina. De modo que en ella
lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible,
la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que
buscamos" (SC 2).
1.9.1.2.
La Iglesia, sacramento universal de la salvación[44]
Cinco veces aparece con el
calificativo “de salvación” como finalidad y contenido de la Iglesia sacramento
con la triple repetición de la formula
“sacramento universal de salvación” (LG 48). Aparece también dentro de
todos los documentos del concilio de la siguiente manera: Sacramento de la
salvación humana (LG 59).
El hecho de que se indique
que la Iglesia es sacramento universal de salvación, nos lleva a una
eclesiología relacional, puesto que hablar de Sacramento es hablar del signo
que va más allá de él mismo, puesto que indica y manifiesta su relación con lo
significado. Esto que propone el concilio es estar en la certeza que la salvación ofrecida por Dios a través de Jesucristo en
el Espíritu se da en el signo e instrumento concreto e histórico que es la
iglesia. Por esto la Iglesia es sacramento de Cristo, pero solo sacramento, ya
que como observa con realismo el vaticano II, la iglesia peregrina lleva en sus
sacramentos e instituciones, la imagen del mundo que pasa. (LG 48).
"La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento
de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano"(LG 1): Ser el sacramento de la unión íntima de los hombres con Dios es el primer
fin de la Iglesia. Como la comunión de los hombres radica en la unión con Dios,
la Iglesia es también el sacramento de la unidad del género humano. Esta
unidad ya está comenzada en ella porque reúne hombres "de toda nación,
raza, pueblo y lengua" (Ap 7, 9); al mismo tiempo, la Iglesia es
"signo e instrumento" de la plena realización de esta unidad que aún
está por venir.
Como
sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo "como instrumento de redención
universal" (LG 9), "sacramento
universal de salvación" (LG 48), por medio del cual Cristo
"manifiesta y realiza al mismo tiempo el misterio del amor de Dios al
hombre" (GS 45, 1). Ella "es el proyecto visible del amor de Dios
hacia la humanidad" (Pablo VI, discurso 22 junio 1973) que quiere "que todo el género humano forme un
único Pueblo de Dios, se una en un único Cuerpo de Cristo, se coedifique en un único
templo del Espíritu Santo" (AG 7; Cf. LG 17).
1.9.2. La
Iglesia, Pueblo de Dios
En todo
tiempo y lugar ha sido grato a Dios el que le teme y practica la justicia. Sin
embargo,
quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin
conexión
entre sí, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera
con una vida santa. Eligió, pues, a Israel para pueblo suyo, hizo una alianza
con él y lo fue educando poco a poco. Le fue revelando su persona y su plan a
lo largo de su historia y lo fue santificando. Todo esto, sin embargo, sucedió
como preparación y figura de su alianza nueva y perfecta que iba a realizar en
Cristo..., es decir, el Nuevo Testamento en su sangre convocando a las gentes
de entre los judíos y los gentiles para que se unieran, no según la carne, sino
en el Espíritu."[45]
1.9.2.1.
Las
Características del Pueblo de Dios
El Pueblo de Dios tiene características que le distinguen claramente de
todos los grupos religiosos, étnicos, políticos o culturales de la Historia:
– Es el
Pueblo de Dios: Dios no pertenece en propiedad a ningún pueblo. Pero Él
ha adquirido para sí un pueblo de aquellos que antes no eran un pueblo:
"una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa" (1 P 2, 9).
– Se
llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento físico, sino por
el "nacimiento de arriba", "del agua y del Espíritu" (Jn 3,
3-5), es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo.
– Este
pueblo tiene por jefe [cabeza] a Jesús el Cristo [Ungido, Mesías]:
porque la misma Unción, el Espíritu Santo fluye desde la Cabeza al Cuerpo, es
"el Pueblo mesiánico".
–
"La identidad de este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los
hijos de Dios en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un
templo".
–
"Su ley, es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo mismo
nos amó (Cf. Jn 13, 34)". Esta es la ley "nueva" del Espíritu
Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25).
– Su misión
es ser la sal de la tierra y la luz del mundo (Cf. Mt 5, 13-16). "Es
un germen muy seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género
humano".
_
"Su destino es el Reino de Dios, que el mismo comenzó en este
mundo, que ha de ser extendido hasta que él mismo lo lleve también a su
perfección" (LG 9).
1.9.2.2.
Un Pueblo Sacerdotal,
profético y real[46]
Jesucristo es aquél a quien el
Padre ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha constituido "Sacerdote,
Profeta y Rey". Todo el Pueblo de Dios participa de estas tres funciones
de Cristo y tiene las responsabilidades de misión y de servicio que se derivan
de ellas (Cf. RH 18-21).
Al
entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocación
única de este Pueblo: en su vocación sacerdotal: "Cristo el Señor,
Pontífice tomado de entre los hombres, ha hecho del nuevo pueblo `un reino de
sacerdotes para Dios, su Padre”. Los bautizados, en efecto, por el nuevo
nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa
espiritual y sacerdocio santo" (LG 10).
"El
pueblo santo de Dios participa también del carácter profético de
Cristo". Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es el
de todo el pueblo, laicos y
jerarquía,
cuando "se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de
una vez para siempre" (LG 12) y profundiza en su comprensión y se hace
testigo de Cristo en medio de este mundo.
El Pueblo de Dios participa, por último, en la
función regia de Cristo". Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a
todos los hombres por su muerte y su resurrección (Cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey
y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo "venido a
ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mt 20,
28). Para el cristiano, "servir es reinar" (LG 36), particularmente
"en los pobres y en los que sufren" donde descubre "la imagen de
su Fundador pobre y sufriente" (LG 8).
1.9.2.3.
La Iglesia de Cristo
subsiste en la Iglesia Católica
Cristo el único mediador
instituyó y mantiene continuamente en la tierra a su Iglesia Santa, comunidad
de Fe, esperanza y caridad. Esta Iglesia
organizada y establecida en este mundo como una sociedad, subsiste en la
Iglesia Católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión
con El. Pero bien fuera de su estructura
se pueden encontrar elementos de Santidad y
de verdad que como bienes propios de la Iglesia de Cristo impelen hacia
la unidad católica. Aquí el término
subsiste y se refiere a la plenitud a los medios de salvación que Cristo quiso
para su Iglesia.[47]
· Sobre
la Iglesia trató de forma destacada del ministerio episcopal en el tercer
capítulo y aclaró su significado a partir del concepto fundamental del colegio.
Este concepto, que sólo aparece de forma marginal en la tradición, sirve para
ilustrar la unidad interior del ministerio episcopal. No se es obispo como
individuo, sino a través de la pertenencia a un cuerpo, a un colegio, el cual a
su vez representa la continuidad histórica del colegio de los Apóstoles. En
este sentido, el ministerio episcopal deriva de la única Iglesia e introduce en
ella. Precisamente aquí se puede comprobar que no existe teológicamente ninguna
Por eso la sucesión apostólica, que constituye el ministerio sacerdotal,
implica tanto el aspecto sincrónico como el diacrónico del concepto de Iglesia:
pertenecer al conjunto de la historia de la fe desde los Apóstoles y estar en
comunión con todos los que se dejan reunir por el Señor en su cuerpo. contraposición
entre Iglesia local e Iglesia universal. El obispo representa en la Iglesia
local a la única Iglesia, y edifica la única Iglesia mientras edifica la
Iglesia local y aprovecha sus dones particulares para la utilidad de todo el
cuerpo.
· El
ministerio del Sucesor de Pedro es un caso particular del ministerio episcopal
y está vinculado de modo especial a la responsabilidad de la unidad de la
Iglesia entera. Pero este ministerio de Pedro y su responsabilidad ni siquiera
podrían existir si no existiera ante todo la Iglesia universal. En efecto, se
movería en el vacío y constituiría una pretensión absurda. Sin duda hubo que ir
redescubriendo continuamente, incluso con grandes esfuerzos y sufrimientos, la
correlación correcta de episcopado y primado. Pero esta búsqueda sólo se
plantea de modo correcto cuando se considera a partir del primado de la misión
específica de la Iglesia, y orientada y subordinada a él en todo tiempo; es
decir, la tarea de llevar a Dios a los hombres, y a los hombres a Dios. El
objetivo de la Iglesia es el Evangelio, y en ella todo debe girar en torno a
él.
Pero para comprender
la orientación de la eclesiología conciliar, no se puede olvidar los capítulos 4-7 de la
constitución Lumen Gentium, en los que se habla de los laicos: "Por laicos se entiende aquí
a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del estado
religioso reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos que están
incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que
participan de las funciones de Cristo. Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos
realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la
Iglesia y en el mundo[48]."
De la vocación
universal a la santidad, de los religiosos y de la orientación escatológica de
la Iglesia. En esos capítulos se vuelve a destacar una vez más el objetivo
intrínseco de la Iglesia, lo que es más esencial a su existencia: se trata de
la santidad, de cumplir la voluntad de Dios, de que en el mundo exista espacio
para Dios, de que pueda Dios habitar en él y así el mundo se convierta en su
"reino". La santidad es algo más que una cualidad moral. Es el
habitar de Dios con los hombres, de los hombres con Dios, la "tienda"
de Dios entre nosotros y en medio de nosotros (cf. Jn 1, 14). Se trata del
nuevo nacimiento, no de carne ni de sangre, sino de Dios. La orientación a la
santidad es lo mismo que la orientación escatológica, y de hecho ahora esa
orientación a la santidad, a partir del mensaje de Jesús, es fundamental para
la Iglesia. La Iglesia existe para convertirse en morada de Dios en el mundo,
siendo así "santa": por ser más santos se debería competir en la
Iglesia, y no sobre mayores o menores derechos de precedencia, ni sobre quién
debe ocupar los primeros lugares. Y todo esto, una vez más, se halla recogido y
sintetizado en el último capítulo de la constitución sobre la Iglesia, que
trata de la Madre del Señor.
1.9.3.
LA IGLESIA COMO SACRAMENTO
Este concilio, apunta a una
compresión del sacramento como designio de Dios. Por eso el documento conciliar
en su numeral tercero afirma que la iglesia está misteriosamente presente el
reino de Dios. Su realidad sacramental se manifiesta referida a la iglesia en
el vaticano II a través de estas tres formulaciones:
1.9.3.1.
La Iglesia como sacramento de Cristo
Aparece por primera vez en el
vaticano II del costado de Cristo durmiente en la cruz surgió el admirable
sacramento de toda la Iglesia. De hecho será la afirmación central de L.G. 1,
en la cual se presenta su finalidad: “la
iglesia es en Cristo como un sacramento, es decir, signo e instrumento de la
unión íntima con Dios y de la unidad con todo género humano”.
1.9.3.2.
La Iglesia como sacramento de unidad.
Esta calificación de la
finalidad de la Iglesia sacramento aparece dos veces, las cuales son apoyados
con referencias directas de Cipriano, bien como “sacramento de unidad”, bien
como “sacramento visible de unidad”. La referencia directa a Cipriano pone de
relieve que la Iglesia es “sacramento” cuya realidad significada consiste en la
unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
1.9.3.3.
La esencia Sacramental de la Iglesia
La Iglesia es en Cristo
sacramento, señal e instrumento de la voluntad salvífica universal de Dios». Es
la señal eficaz de la comunión invisible de los hombres con Dios y entre
sí. Esta comunidad tiene su máxima
condensación en la celebración de la eucaristía (LG 11; SC 10).
1.9.3.3.1.
Características
esenciales derivadas de la sacramentalidad de la Iglesia[49].
De la esencia sacramental de la Iglesia se
deduce su indefectibilidad (indestructibilidad) como sociedad visible y como
comunión invisible de la gracia (LG 39). Esta
indefectibilidad se da en sus tres realizaciones básicas: En la
martyria, en sus decisiones y proclamaciones el Espíritu Santo garantiza que
sus enseñanzas están exentas de error; en la liturgia, en virtud de la eficacia
objetiva de los sacramentos (ex opere
operato); y en la diakonia como realización del amor a Dios en el amor al
prójimo (Mt 25).
a)
El ministerio profético de la Iglesia en
la Martyria: El pueblo Santo de Dios sabe que, en el
seguimiento de Cristo, se le ha confiado la tarea de anunciar el evangelio y de
proclamar el reino de Dios a punto de llegar a través de su testimonio vivo y
de la predicación expresa. Incorporados al cuerpo místico de Cristo mediante el
bautismo, la confirmación y la recepción de la eucaristía, los fieles sirven,
en general, a través de los carismas propios de cada uno de ellos, y de manera
especial en el servicio apostólico
del ministerio sacramental y apostólico, al mediador de Cristo, <<apóstol
y sumo sacerdote de nuestra fe>> (Heb 3,1). De ahí que <<la
universalidad de los fieles, que tiene la unción del Santo (Cf. 1Jn 2,20 y27)
no puede fallar en su creencia>> (LG 12). La infalibilidad de la Iglesia
y del magisterio eclesiástico se deriva del carácter sacramental de la martyria
eclesial.
b)
El servicio salvífico sacerdotal de
Cristo en la Leiturgia
En la liturgia y en los sacramentos actualiza
Cristo su salvación en las grandes acciones simbólicas –por él mismo ordenadas–
de su Iglesia (LG 11). Ejerce su sacerdocio en la communio de todos los miembros de la Iglesia. El ministerio único
regio y sacerdotal de Cristo se hace sacramentalmente perceptible en la acción
total de la Iglesia de acuerdo con su estructura interna cuando los laicos
ejercen su misión sacerdotal al actuar como miembros del cuerpo de Cristo y
representar así a este cuerpo como un todo. Por otro lado, los cristianos
llamados mediante la consagración (obispos y presbíteros) al servicio
apostólico de la dirección configuran simbólica y eficazmente la acción de
Cristo, cabeza, en su cuerpo (PO 2). El sacerdocio común de los fieles y el
sacerdocio del servicio, es decir, el jerárquico, no se distinguen
cuantitativamente (según el grado), sino cualitativamente (según la esencia) en
lo que atañe a la participación en el sacerdocio de Cristo (LG 10).
c)
El servicio salvífico regio de Cristo en
la diakonia de su Iglesia
También
en el servicio salvífico global de la Iglesia al mundo ejerce Cristo, como
Señor exaltado, su dominio universal.
La
Iglesia no posee dominio divino ni se identifica con el reino de Dios. Pero
está, como comunidad visible, al servicio de la implantación plena de este
reino, que se va instalando en el curso de la historia, en permanente espera y
esperanza en la consumación universal de la voluntad salvífica de Dios al final
de los tiempos. Cristo ejerce su ministerio de mediador del reino de Dios a
través de la Iglesia, que es <<sacramento, o señal e instrumento de la
unidad de todo género humano>> (LG 1). La Iglesia actúa en favor del
progreso de la humanidad en el ámbito de la cultura y del humanismo mediante la
instauración de un orden social justo y acorde con la dignidad humana. Sirve a
los hombres dondequiera éstos necesitan auxilio, sean espiritual o material.
También en la diaconía es la Iglesia por así decirlo infalible, porque en cada
acto de amor al prójimo se <<encarna>> en el mundo el amor de Dios
a los hombres (Mt 25, 31-46; 1Jn 3. 13-17). El
amor al prójimo es el sacramento del amor a Dios. La Iglesia se siente
obligada a colaborar con la <<altísima
vocación>> del hombre. Ella: “Ofrece
al género humano su sincera colaboración para lograr la fraternidad universal
que responda a esas vocación. No impulsa a la Iglesia ambición alguna terrena.
Sólo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de
Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no
para juzgar, para servir y no para ser servido[50].>>
Esta es la única Iglesia de Cristo, de la que confesamos en el Credo que
es una, santa, católica y apostólica" (LG 8). Estos cuatro atributos,
inseparablemente unidos entre sí (Cf. DS 2888), indican rasgos esenciales de la
Iglesia y de su misión. La Iglesia no los tiene por ella misma; es Cristo,
quien, por el Espíritu Santo, da a la Iglesia el ser una, santa, católica y apostólica,
y Él es también quien la llama a ejercitar cada una de estas cualidades.
Sólo la fe puede reconocer que la Iglesia
posee estas propiedades por su origen divino. Pero sus manifestaciones
históricas son signos que hablan también con claridad a la razón humana.
Recuerda el Concilio Vaticano I: "La Iglesia por sí misma es un grande y
perpetuo motivo de credibilidad y un testimonio irrefutable de su misión divina
a causa de su admirable propagación, de su eximia santidad, de su inagotable
fecundidad en toda clase de bienes, de su unidad universal y de su invicta
estabilidad" (DS 3013).
1.10.1. LA IGLESIA ES UNA [52].
Debido a su origen la
Iglesia es una: el modelo supremo de este misterio se halla en la trinidad
(unidad de las tres personas)
También es una debido a su
fundador: es el Hijo encarnado el que por su cruz reconcilió a todos los
hombres con Dios restituyendo la unidad de todos en un solo Pueblo y en un solo
Cuerpo.
Es una debido a su alma: el
Espíritu Santo que habita en cada creyente llena y gobierna a toda la Iglesia,
realiza admirablemente la comunión de los fieles uniéndolos a Cristo.
La unidad de la Iglesia está
asegurada por una misma profesión de fe
recibida de los apóstoles, la celebración común del culto divino sobre todo los
sacramentos, la sucesión apostólica por el sacramento del orden. Esta unidad/unicidad
se produce en la forma de communio de las Iglesias locales
bajo la dirección de sus obispos. Esta se lleva a cabo en la comunión de la fe,
de los sacramentos y de la constitución eclesial (concilio, sínodos, papado).
La unidad es un don antecedente de la gracia divina (concretamente en el
bautismo), de lo cual se sigue la tarea
de hacerla más real y cognoscible en sus
manifestaciones externas. “que todos sean
uno. Como Tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, y
así el mundo crea que me enviaste” (Jn 17, 21).
1.10.2. LA IGLESIA ES SANTA
La santidad es al mismo tiempo don y tarea. La Iglesia,
como obra de Dios, es santa tanto en su esencia y en sus acciones como en sus
miembros, en cuanto que en ella se expresa el Santo y Santificador que quiere
actuar eficazmente a través de ella para salvar y santificar a los hombres.
Aunque en el seno de la iglesia pueden haber pecadores y de hecho los hay,
también estas siguen siendo miembros permanentes de la iglesia como comunidad
visible (DH 1201,1203, 1205, 1221, 2408,2463, 2472-2478, 3808), sin que por
ello eliminen su santidad, porque ésta consiste en la permanente ocupación y
dedicación al servicio de la salvación.
1.10.3. LA IGLESIA ES CATOLICA[53].
La
palabra "católica" significa "universal" en el sentido de
"según la totalidad" o "según la integridad". La Iglesia es
católica en un doble sentido: Es católica porque Cristo está presente en ella.
"Allí donde está Cristo Jesús, está la Iglesia Católica" (San Ignacio
de Antioquía, Smyrn. 8, 2). En ella subsiste la plenitud del Cuerpo de Cristo
unido a su Cabeza (Cf. Ef 1, 22-23), lo que implica que ella recibe de Él
"la plenitud de los medios de salvación" (AG 6) que Él ha querido:
confesión de fe recta y completa, vida sacramental íntegra y ministerio
ordenado en la sucesión apostólica. La Iglesia, en este sentido fundamental,
era católica el día de Pentecostés (Cf. AG 4) y lo será siempre hasta el día de
la Parusía.
Es
católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género
humano
(Cf. Mt 28, 19): Todos los hombres están invitados al Pueblo de Dios. Por eso este
pueblo, uno y único, ha de extenderse por todo el mundo a través de todos los
siglos, para que así se cumpla el designio de Dios, que en el principio creó una
única naturaleza humana y decidió reunir a sus hijos dispersos... Este carácter
de universalidad, que distingue al pueblo de Dios, es un don del mismo Señor.
Gracias a este carácter, la Iglesia Católica tiende siempre y eficazmente a
reunir a la humanidad entera con todos sus valores bajo Cristo como Cabeza, en
la unidad de su Espíritu (LG 13).
1.10.4. LA
IGLESIA ES APOSTOLICA[54]
Es apostólica porque: está
fundada sobre los apóstoles y permanece edificada sobre este fundamento. Ellos
son testigos y enviados por el mismo Cristo a todos los pueblos a llevar la Buena Nueva del
Evangelio (Ef 2, 20; Hc 21, 14).
Es apostólica por que guarda
y trasmite con la ayuda del Espíritu santo la enseñanza (Hc 2, 42), el buen
depósito, las sanas palabras oídas de los apóstoles (2Tim 1,13 – 14) y porque
sigue siendo enseñada, santificada y dirigida hasta la vuelta de Cristo por los
sucesores de los apóstoles por el ministerio pastoral, es decir el colegio de los apóstoles a los que asisten
los presbíteros juntamente con el sucesor de Pedro. Su señal eficaz está en los
obispos y el colegio apostólico (LG 20). El obispo de Roma es, por su condición
de sucesor del apóstol Pedro, cabeza del colegio de los obispos y principio y
fundamento de su unidad en la doctrina y en la comunión (LG 18).También el apostolado de los laicos
(LG 33) es una realización inmediata de la esencia apostólica de la Iglesia.
Esta participación originaria en la misión universal de la Iglesia
apostólica se fundamenta en el bautismo
y en la confirmación.
2.
LA IGLESIA Y LA EUCARISTÍA
La sagrada Eucaristía
contiene todo el bien espiritual de la Iglesia , es decir Cristo mismo nuestra pascua
y pan de vida, él que da la vida a hombres y mujeres por medio del Espíritu
Santo.
La Iglesia vive de la Eucaristía ; esta verdad
sintetiza y encierra el núcleo del misterio de la Iglesia. Este
sacramento ha marcado la vida de fe llenando de confiada esperanza desde
Pentecostés al pueblo de la nueva alianza que ha comenzado su peregrinación
hacia la patria celeste. Por tanto la mirada de la Iglesia se dirige
continuamente a su Señor presente en el Sacramento del Altar, en el cual
descubre la plena manifestación de su inmenso amor.
2.1.
La Eucaristía edifica la Iglesia.
La celebración de la
eucaristía es el centro del proceso de crecimiento de la Iglesia ; cuantas veces se
celebra en el Altar el sacrificio de la cruz, en el que Cristo nuestra pascua
fue inmolado (1Cor 5,7) se realiza la obra de nuestra redención. Este
sacrificio significa y al mismo tiempo realiza la unidad de los creyentes, que
forman en Cristo un solo cuerpo (1Cor 10,17).
Los apóstoles aceptando
la invitación de Jesús en el cenáculo” tomad, comed…Bebed “(Mt 26, 26 -27;Lc
14,22 – 25) entraron por primera vez en comunión sacramental con él y desde
aquel momento y hasta el final de los siglos, la Iglesia se edifica a través de
la comunión con el Hijo de Dios inmolado por nosotros (1Cor 11, 24 – 25).
La Iglesia en la
eucaristía recibe la fuerza espiritual necesaria para cumplir su misión, perpetuando en ella
el sacrificio de la cruz. Así se convierte en fuente y culmen de toda la
evangelización.
3.
HISTORICIDAD Y ESCATOLOGIA DE LA IGLESIA
No puede separar a la
Iglesia en una comunidad espiritual e invisible de ideales internos por un lado
y una Iglesia real, externa e institucional por el otro. La Iglesia visible es
la señal indefectible a través de la cual se transmite el contenido
invisible, la comunión por gracia con
Dios, y se lleva a cumplimiento bajo las condiciones temporales y sociales de
la experiencia humana. En su forma sacramental e institucional la Iglesia es «parte
de este mundo que pasa» (LG 48) pero por ser
instrumento de la salvación llegará su fin y desaparecerá con la
parusía, pero seguirá existiendo como fruto de la salvación, de la comunión
eterna con Dios y de los hombres entre sí (LG 1). Está Iglesia peregrina de la
tierra está unida en la fe y en el amor con la Iglesia perfecta y consumada del
cielo en la única communio sanctorum.
Sus tres dimensiones, a saber, la purgante, la militante/peregrina y la
triunfante, están unidas por el mediador único, Cristo (LG 20).
Los tres estados de la Iglesia. "Hasta
que el Señor venga en su esplendor con todos sus ángeles y, destruida la
muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra;
otros, ya difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados,
contemplando `claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es”" (LG 49):
Todos, sin
embargo, aunque en grado y modo diversos, participamos en el mismo amor a Dios
y al prójimo y cantamos en mismo himno de alabanza a nuestro Dios. En efecto,
todos los de Cristo, que tienen su Espíritu, forman una misma Iglesia y están
unidos entre sí en él (LG 49)[55].
La unión
de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos que durmieron en la
paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe. Más aún, según la constante fe
de la Iglesia, se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales"
(LG 49)[56].
3.1.
La Iglesia
Triunfante
La iglesia del cielo es la
Iglesia de la caridad, de la santidad total, sin defecto; de lo perfecto y
definitivo, de la visión cara a cara, que resplandece con la sola luz del
cordero (Ap. 21,23). Es el modelo y tipo de la iglesia de la tierra. Sin
embargo no está definitivamente
realizada por cuanto que aún no se completa el número de los elegidos y estos
esperan todavía la resurrección de sus cuerpos para participar plenamente de la
gloria y, además, el universo mismo será asociado a la glorificación de los
hijos de Dios, no obstante, la iglesia ha alcanzado en la Virgen María la
perfección.[57].
3.2.
La
Iglesia Militante
Es la Iglesia de la tierra,
de los peregrinos, del crecimiento; de ahí que aun esta incoada e inacabada
porque vive de la fe y no de la visión, vive de la gracia y no de la gloria. Es
como la semilla y el árbol, como el germen y el fruto. No le falta nada, pero
está en desarrollo de lo que llegara a ser. Siendo pura y hermosa, el pecado de
sus hijos le oscurecen el rostro. Es perfecta en si misma pero imperfecta en
sus miembros[58].
3.3.
La
Iglesia Purgante
Es un estado intermedio, no
es del cielo ni de la tierra sino del purgatorio. Ahí se lleva a cabo la última
purificación de sus miembros, hay dolor y esperanza, caridad y no puede haber
pecado; concluirá de modo total al final de los tiempos[59].
4. EL PAPEL DEL HOMBRE Y LA MUJER EN LA IGLESIA
La Iglesia
experta en humanidad, está atenta e interesada en todo lo que se refiere al
hombre y a la mujer y hoy se siente interpelada por algunas corrientes de
pensamiento cuyos planteamientos no coinciden con la finalidad genuina de la
promoción de la mujer. Por eso la Iglesia cuestiona algunas
concepciones antropológicas actuales y pone de relieve a través de la
antropología bíblica el reconocimiento de las propias diferencias entre el
hombre y la mujer como paso necesario para la comprensión de su verdadero ser y
misión no sólo en la Iglesia
sino en el mundo.[60]
4.1.
EL
PROBLEMA ACTUAL: TENDENCIAS.
a)
Tendencia a subordinación de la mujer a fin de suscitar contestación:
Ø Abuso
de poder. Respuesta a búsqueda de poder
Ø Rivalidad
entre los dos sexos.
Ø Amenaza
a toda estructura familiar “liberación de la mujer”.
b)
Para evitar supremacía de alguno de los sexos se tiende a cancelar sus
diferencias:
Ø La
diferencia corporal “sexo” se minimiza mientras que la dimensión cultural
“género” se subraya al máximo.
Ø Se
cuestiona de la familia su índole biparental (padre y madre) porque favorece
para la mujer perspectivas igualitarias.
Ø Se
pretende equiparar homosexualidad, heterosexualidad (modelo nuevo de sexualidad
poliforme) pretende liberar a la persona de sus condicionamientos
biológicos. Según la cual toda persona
podría o debería configurarse según de sus propios deseos y que sería libre de
toda predeterminación vinculada a su constitución esencial.
Ø Esta
perspectiva refuerza la idea de que la liberación de la mujer exige una crítica
a las Sagradas Escrituras que transmitirían una concepción patriarcal de Dios
alimentada por una cultura esencialmente machista y el hecho de que el Hijo de
Dios haya asumido la naturaleza humana en su forma masculina.[61]
4.2.
RESPUESTA DE LA IGLESIA
Gn. 2, 4-25 confirma de modo
inequívoco la importancia de la diferencia sexual. “Adán estaba solo y necesita una ayuda
adecuada y no designa aquí un papel subalterno sino una ayuda vital”. Afirma
aquí la necesidad de relacionarse con otro que se halle en su mismo nivel. Y es la mujer creada de su misma carne y
envuelta en su mismo misterio; ella ofrece a la vida del hombre un porvenir. Le
ayudará no sólo a someter la tierra sino a perpetuarse uniéndose a ella como
esposa hasta llegar a ser una sola carne (Gn. 2, 24.6)
Ésta diferencia está
orientada a la comunión y es vivida originalmente con serenidad tal como lo
expresa el tema de la desnudez “no se avergonzaban el uno del otro” (Gn. 2,
25). La mujer es otro “YO” en la
humanidad común. El cuerpo humano marcado por el sello de la masculinidad o
feminidad “desde el principio” tiene un carácter nupcial, es decir, que es
capaz de expresar el amor con que el hombre “persona” se hace don verificándose
así el propio sentido del ser y existir.
El cuerpo es la expresión
del espíritu y está llamado en el misterio mismo de la creación a existir como
comunión de personas “a imagen de Dios”, es decir, están llamados a existir no
sólo el uno al lado del otro, sino recíprocamente. El pecado original altera el
modo como el hombre y la mujer acogen y viven la Palabra de Dios lo mismo
que su relación con Él Creador. Dios les ha dado un mandato que hace explícita
la diferencia entre él y sus criaturas “hombre y mujer”.
Por el pecado “hombre y
mujer” rechazan está diferencia y consideran a Dios como su enemigo y se
tergiversa también el modo de vivir su diferenciación sexual reduciendo el Amor
a la búsqueda de sí mismo en una relación que ignora y destruye este amor
perdiéndose el respeto y la igualdad que exige originalmente el designio de
Dios en la relación “hombre-mujer”. Hoy
se ha de subrayar: el carácter personal del ser humano (hombre y mujer
son personas) igualmente ambos son creados a imagen y semejanza del Dios
personal.
La igual dignidad de las
personas que se realiza como complementariedad física, psicológica y ontológica
y da origen a una uní dualidad relacional, a la cual el pecado y las
estructuras de pecado lanzan al conflicto. A lo largo del Antiguo Testamento se
configura una Historia de Salvación que pone simultáneamente en juego la
participación de lo masculino y lo femenino. “Dios esposo, Israel esposa
(Infiel)”. En el Nuevo Testamento se cumplen esas prefiguraciones relación
esponsal de Cristo y la
Iglesia (Ef. 5, 25-27. 16).
En la gracia de Cristo se renueva su corazón el hombre y la mujer se
hace capaz de librarse del pecado y de conocer la alegría del don recíproco.
Todos los bautizados en
cristo se han revestido de Cristo, y en Cristo la rivalidad, enemistad y
violencia que desfigura la relación entre el hombre y la mujer son superables y
superadas. “Porque como dice San Pablo ya no hay ni hombre ni mujer” (Gal. 3,
27-28)
5. FIN Y MISION DE LA IGLESIA.
5.1. LA GLORIA DE DIOS Y LA SALVACION DE LOS
HOMBRES
La afiliación o pertenencia
a la Iglesia visible es necesaria para la salvación del hombre (LG 14; AG 7),
porque la Iglesia no es una asociación religiosa privada, sino instrumento de
la voluntad salvífica histórico-escatológica de Dios, que abarca a todos los
hombres. La necesidad de la Iglesia se deriva del mandato de Cristo y de su
voluntad de convertirla en medio para la salvación. «Para conseguir la
salvación eterna no siempre se exige estar realmente incorporado como miembro a
la Iglesia, aunque sí es necesario adherirse a ella al menos por el deseo. Visto desde cada ser humano concreto, la
necesidad instrumental de la Iglesia para la salvación actúa condicionalmente:
«No podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia católica fue instituida
por Jesucristo como necesaria, desdeñaran entrar o no quisieran permanecer en
ella» (LG 14).
La misión de la Iglesia, por
tratarse de la misma misión de Cristo, tiene el
objetivo de reconciliar en Cristo y para cristo a todos los seres de la
tierra y del cielo. Con su actividad, la iglesia, consigue que todos los bueno
que se encuentra sembrado en el corazón y en la mente de todos los hombres y en
los ritos y culturas de los pueblos, no solo desaparezca sino que se purifique,
se eleve y se perfeccione para la gloria de Dios. El Espíritu Santo impulsa a
la Iglesia a cooperar para que se cumpla el designio de Dios, quien constituyo
a Cristo principio de salvación para todo el mundo.[62]
La misión de la Iglesia, es exclusivamente
sobrenatural: “tiene como fin la salvación de los hombres, la cual se consigue
mediante la fe en Cristo y por su gracia. Por ello el apostolado de la Iglesia
y de todos los miembros se dirige ante todo a manifestar al mundo con palabras
y con obras el mensaje de Cristo y a comunicarle su gracia”[63].
El texto de San Mateo
28,18-20 conocido como el pasaje del mandato misional es muy claro al respecto:
“A mí se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra: “Id
pues e instruid a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todas las cosas que Yo os he
mandado”. Ahí está señalada la obligación de predicar las verdades de la
fe, la urgencia de la vida sacramental, la promesa de la continua asistencia de
Cristo a su iglesia. No se es fiel al señor si se desatiende esas realidades
sobrenaturales: la instrucción en la fe y en la moral Cristiana, la práctica de
los sacramentos. Con este mandato Cristo funda su Iglesia.[64]
Cristo como cabeza
constituye la salvación. La iglesia como su cuerpo comunica la salvación a los
hombres adquiridos por Cristo; de ahí que esta sea su misión. La misión de la
Iglesia en el mundo, es interior y exterior y exterior, a la vez, visible e
invisible.
6.
MARÍA,
MADRE DE CRISTO, MADRE DE LA IGLESIA
Después
de haber hablado del papel de la Virgen María en el Misterio de Cristo y del
Espíritu, conviene considerar ahora su lugar en el Misterio de la Iglesia.
"Se la reconoce y se la venera como verdadera Madre de Dios y del
Redentor... más aún, es verdaderamente la madre de los miembros (de Cristo)
porque colaboró con su amor a que nacieran en la Iglesia los creyentes,
miembros de aquella cabeza[65].” "...María, Madre de Cristo, Madre de la
Iglesia[66]"
“Al pronunciar el "fiat" de la Anunciación y al dar su
consentimiento al Misterio de la Encarnación, María colabora ya en toda la obra
que debe llevar a cabo su Hijo. Ella es madre allí donde Él es Salvador y Cabeza
del Cuerpo místico. Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida
terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella
participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la
resurrección de todos los miembros de su Cuerpo. "Creemos que la Santísima
Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo ejercitando
su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo[67]”.
7.
ENCICLICAS
7.1.
Ecclessiam Suam (Pablo VI)
Esta encíclica, dirigida
totalmente a la iglesia no pretende decir más que el concilio, de hecho lo pone por encima y le da toda la
importancia del caso. Se destacan los siguientes elementos:
1. La Iglesia es heredera de
la Verdad. 2. La vocación de la Iglesia (8): llevar a la salvación. 3. Ella es
cuerpo místico de Cristo: por que Cristo habita en ella y la santifica. 4. La
Iglesia es misterio (13): porque ha sido instituida por Cristo mismo, pero para
entender todo lo que ella nos ofrece debemos tener una fe madura y probada. 5.
Se da importancia al bautismo (13b), porque nos hace pertenecer a la Iglesia.
6. La iglesia perfecciona a los cristianos (15).
7.2.
Slavorum Apostoli (S.S. Juan Pablo II)
Esta encíclica está
orientada a observar la obra importante de Cirilo y Metodio, apóstoles de los
eslavos. En referencia a lo que nos interesa en el estudio eclesiológico
podemos destacar:
1. Ya en sus tiempos las
diferencias entre Constantinopla y Roma habían empezado a perfilarse como
pretextos de desunión, aunque la deplorable escisión entre las dos partes de la
misma cristiandad estaba aún lejana. La convicción de los santos hermanos de
Salónica, según los cuales cada Iglesia local está llamada a enriquecer con sus
propios dones el «pleroma» católico, estaba en perfecta armonía con su intuición
evangélica de que las diferentes condiciones de vida de cada Iglesia cristiana
nunca pueden justificar desacuerdos, discordias, rupturas en la profesión de la
única fe y en la práctica de la caridad.
2. Entendieron el sentido de
catolicidad de la mejor manera: «Todos los hombres están llamados a formar
parte del nuevo Pueblo de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno
y único, debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos, para así
cumplir el designio de la voluntad de Dios, quien en un principio creó una sola
naturaleza humana, y a sus hijos, que estaban dispersos, determinó luego
congregarlos (cf. Jn 11, 52).
3. La iglesia es también
católica porque: sabe presentar en cada contexto humano la verdad revelada,
custodiada intacta por ella en su contenido divino, de manera que se haga
accesible a los modos de pensar elevados y a las justas aspiraciones de cada
hombre y de cada pueblo.
4. La catolicidad de la
Iglesia se manifiesta también en la corresponsabilidad activa y en la colaboración
generosa de todos en favor del bien común. La Iglesia realiza en todas partes
su propia universalidad acogiendo, uniendo y elevando, en el modo en que le es
propio y con solicitud maternal, todo valor humano auténtico. Al mismo tiempo,
ella se afana, en cualquier área geográfica y en cualquier situación histórica,
en ganar para Dios a cada hombre y a todos los, hombres, para unirlos entre sí
y con EL en su verdad y en su amor.
7.3.
Redemtoris Missio (S.S. Juan Pablo II)
Los aportes que nos regala
esta encíclica con relación a la Iglesia, teniendo en cuenta que la invitación es a la misión en
un primer momento:
1. La Iglesia, signo e
instrumento de salvación (9): La primera beneficiaria de la salvación es la
Iglesia. Cristo la ha adquirido con su sangre (cf. Act 20, 28) y la ha hecho su
colaboradora en la obra de la salvación universal. En efecto, Cristo vive en
ella; es su esposo; fomenta su crecimiento; por medio de ella cumple su misión.
2. La encíclica nos habla
sobre el Reino de la manera como debemos hacerlo presente, con respecto a la
Iglesia nos dice: Se dan además determinadas concepciones que,
intencionadamente, ponen el acento sobre el Reino y se presentan como «
reinocéntricas », las cuales dan relieve a la imagen de una Iglesia que no
piensa en sí misma, sino que se dedica a testimoniar y servir al Reino. Es una
« Iglesia para los demás », —se dice— como « Cristo es el hombre para los demás
». Se describe el cometido de la Iglesia, como si debiera proceder en una doble
dirección; por un lado, promoviendo los llamados « valores del Reino », cuales
son la paz, la justicia, la libertad, la fraternidad; por otro, favoreciendo el
diálogo entre los pueblos, las culturas, las religiones, para que,
enriqueciéndose mutuamente, ayuden al mundo a renovarse y a caminar cada vez
más hacia el Reino. Asimismo, el Reino no puede ser separado de la Iglesia.
3. El Espíritu hace
misionera a toda la Iglesia (21-30) El Espíritu mueve al grupo de los creyentes
a « hacer comunidad », a ser Iglesia. Tras el primer anuncio de Pedro, el día
de Pentecostés, y las conversiones que se dieron a continuación, se forma la primera
comunidad (cf. Act 2, 42-47; 4, 32-35). La acción universal del Espíritu no hay
que separarla tampoco de la peculiar acción que despliega en el Cuerpo de
Cristo que es la Iglesia. En efecto, es siempre el Espíritu quien actúa, ya sea
cuando vivifica la Iglesia y la impulsa a anunciar a Cristo, ya sea cuando
siembra y desarrolla sus dones en todos los hombres y pueblos, guiando a la
Iglesia a descubrirlos, promoverlos y recibirlos mediante el diálogo. Toda
clase de presencia del Espíritu ha de ser acogida con estima y gratitud; pero
el discernirla compete a la Iglesia, a la cual Cristo ha dado su Espíritu para
guiarla hasta la verdad completa (cf. Jn 16, 13).
7.4.
Ut Unum Sint (S.S. Juan Pablo II ) Sobre el empeño ecuménico.
En esta encíclica el papa llama
a todos los cristianos en el mundo a vivir la unidad. Invita al dialogo
ecuménico con aquellas iglesias hermanas. Se da énfasis en el compromiso
ecuménico que tiene la Iglesia católica. Observemos lo que se no propone:
1. El designio de Dios y la
comunión (5) Junto con todos los discípulos de Cristo, la Iglesia católica se basa
en el designio de Dios su compromiso ecuménico de congregar a todos en la
unidad. En efecto, « la Iglesia no es una realidad replegada sobre sí misma,
sino permanentemente abierta a la dinámica misionera y ecuménica, pues ha sido
enviada al mundo para anunciar y testimoniar, actualizar y extender el misterio
de comunión que la constituye: a reunir a todos y a todo en Cristo; a ser para
todos 'sacramento inseparable de unidad'.
2. Esta encíclica tomando de
Lumen Gentium, el capítulo sobre el pueblo de Dios, invita a todos a la unidad.
En efecto, la unidad dada por el Espíritu Santo que no consiste simplemente en
el encontrarse juntas unas personas que se suman unas a otras. Es una unidad
constituida por los vínculos de la profesión de la fe, de los sacramentos y de
la comunión jerárquica.
3. En la situación actual de
división entre los cristianos y de confiada búsqueda de la plena comunión, los
fieles católicos se sienten profundamente interpelados por el Señor de la
Iglesia. El Concilio Vaticano II ha reforzado su compromiso con una visión
eclesiológica lúcida y abierta a todos los valores eclesiales presentes entre
los demás cristianos. Los fieles católicos afrontan la problemática ecuménica
con un espíritu de fe.
4. El Concilio afirma que «la
Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica gobernada por el sucesor de
Pedro y por los obispos en comunión con él » y al mismo tiempo reconoce que «
fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de
santificación y de verdad que, como dones propios de la Iglesia de Cristo,
empujan hacia la unidad católica ».
5. En la medida en que estos
elementos se encuentran en las demás Comunidades cristianas, la única Iglesia
de Cristo tiene una presencia operante en ellas. Por este motivo el Concilio
Vaticano II habla de una cierta comunión, aunque imperfecta. La Constitución
Lumen gentium señala que la Iglesia católica « se siente unida por muchas
razones » a estas Comunidades con una
cierta verdadera unión en el Espíritu Santo.
7.5.
Ecclesia de Eucharistia (S.S. Juan pablo II)
Esta encíclica destaca los
siguientes aspectos:
· La
iglesia vive de la Eucaristía, es el sacramento que la fortalece y anima.
· Del
misterio pascual nace la Iglesia, la Eucaristía está en el centro de la vida
eclesial.
· La
Iglesia cuando celebra la Eucaristía hace presente la obra de la redención.
· La
Eucaristía edifica a la iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía.
· Se
dice que la Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica. Ahora bien la
Eucaristía es Una, Católica y es el Santísimo Sacramento y su apostolicidad es
más que obvio ya que ellos, los apóstoles, nos la trasmitieron al ser ellos los
que estuvieron en la última cena.
· La
Eucaristía lleva a la unidad.
7.6. Redemptoris Mater (S.S. Juan Pablo II)
1. La Iglesia, confortada
por la presencia de Cristo (cf. Mt 28, 20), camina en el tiempo hacia la
consumación de los siglos y va al encuentro del Señor que llega. Pero en este
camino procede recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María,
que «avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su
Hijo hasta la Cruz ».
2. El Concilio Vaticano II,
presentando a María en el misterio de Cristo, encuentra también, de este modo,
el camino para profundizar en el conocimiento del misterio de la Iglesia. En
efecto, María, como Madre de Cristo, está unida de modo particular a la
Iglesia, « que el Señor constituyó como su Cuerpo». La realidad de la
Encarnación encuentra casi su prolongación en el misterio de la Iglesia-cuerpo
de Cristo. Y no puede pensarse en la realidad misma de la Encarnación sin hacer
referencia a María, Madre del Verbo encarnado. Esto lo expresa el Concilio
constatando en otro pasaje que María «precedió», convirtiéndose en «tipo de la
Iglesia... en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con
Cristo».
3. El Concilio subraya que la Madre de Dios es
ya el cumplimiento escatológico de la Iglesia: «La Iglesia ha alcanzado en la
Santísima Virgen la perfección, en virtud de la cual no tiene mancha ni arruga
(cf. Ef 5, 27) » y al mismo tiempo que « los fieles luchan todavía por crecer
en santidad, venciendo enteramente al pecado, y por eso levantan sus ojos a
María, que resplandece como modelo de virtudes para toda la comunidad de los
elegidos » (6)
4. Finalmente Redemptoris
Mater afirma que la Virgen María está presente en todo el misterio de
la Iglesia.
[1]
CIC No. 751
[2]
MÜLLER Gerhard Ludwing, Dogmática, Teoría y Práctica de la Teología.
Ed. Herder. Pág. 579.
[4]
Cf. AUER Johann, RATZINGER,
Joseph, La Iglesia.
[5]
Cf. Flechas J.R, Sois Iglesia Reflexiones sobre la Iglesia
pueblo de Dios, ediciones Cristiandad; Madrid 1983.
[6] Cf. Jn 10, 1-10.
[7] Cf. Is 40, 11; Ez 34, 11-31.
[9] Cf. Rm 11, 13-26.
[12] Cf. 1Co 3,9.
[13] Cf. 1Co 3,11.
[14] Cf. 1Tm 3, 15.
[17]
C.I.C. No. 761 – 762
[18]
CF. MULLER, Gerhard Ludwig, Dogmática, Herder.
[19]Cf.
Ibídem Pág. 594
[20] C.I.C. No. 763 – 766
[21] Cf.
Ibídem Pág. 595
[22] Cf.
Ibídem Pág. 596
[23] Cf.
Ibídem Pág. 596
[24] C.I.C. No. 767
[25] C.I.C. No. 768
[26] C.I.C. No. 769
[27] Cf.
Ibídem Pág. 603-604
[28] Cf.
Ibídem Pág. 604
[29] Cf.
Ibídem Pág. 605
[30] Cf.
Ibídem Pág. 606
[31] L.G No. 3
[32] COMISION TEOLOGICA INTERNACIONAL 1. 3
[33] Op. Cit. CUESTIONES ACTUALES DE
ECLESIOLOGIA 237
[34] Op cit, MARTINEZ Tratado de
Eclesiología 2001
[35] L.G Nº 5
[36] Op cit, MARTINEZ Tratado de
Eclesiología 2001
[37]
CONCILIO VATICANO II, Constitución Dogmática Lumen Gentium N0 2
[38] CUESTIONES ACTUALES DE ECLESIOLOGIA
.Conferencia Episcopal Colombiana.236.
[39] BARTH kart. Ensayos Teologicos.191ss.
[40]
L G N0. 2.
[41] Cf. Concilio Vaticano II. Editorial
San Pablo, 2000
[43] C.I.C. No. 771.
[45]
L.G. No. 9
[46]
C.I.C. No. 783-786
[47] L.G. Nº
8
[48] L.G. 31
[49]
MÜLLER Gerhard Ludwing, Dógmatica. Teoría
y práctica de la teología. Ed.
Herder. 2009. Pág. 624-626.
[50] Documento Conciliar Gaudium et Spes No. 3
[51]
C.I.C. No. 811-812
[52]
CF. MULLER, Gerhard Ludwig, Dogmática, Herder. Pág. 583.
[53] C.I.C. No. 830-831
[54] C.I.C. No. 857-865.
[55] C.I.C. No. 954
[56] C.I.C. No. 955
[57] Verdades
y Razones de la Fe Católica, pág. 372.
[58] Ibídem, pág. 373.
[59] Ibídem, pág. 374.
[60] Carta a los obispos sobre la
colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo. Roma 31 de julio del 2004
[61] Pontificio Consejo para la Familia. Familia
Matrimonio y uniones de hecho. Roma 26 de julio del 2000
[62] L.G. No.17.
[63] Ruiz
R. Gustavo, Verdades y Razones de la
fe católica, editorial Minos S.A, México 1995, pág. 397.
[64] Ibídem, Pág. 397
[67]
C.I.C. No. 973-976.