domingo, 11 de noviembre de 2012

HOMILIA DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B

HOMILIA DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B 

Queridos hermanos y hermanas:
Ante tanto revuelo que hoy se está produciendo frente las supuestas predicciones del calendario maya que el fin de todo sera el 21 de Diciembre de 2012, nosotros los cristianos no podemos caer en cabalas ni en fabulas de este tipo porque eso sería desconocer la Palabra de Dios que en Marcos 13,24-32 nos dice textualmente: "mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el  Hijo, sino solo el Padre". Nos dejaríamos convencer por supuestos y dejaríamos la realidad de evangelio de lado. Estaríamos situándonos en la esfera mefistofeliana de la confusión y el caos, es decir, al lado de la mentira que divide lo que está unido. 

Cuando el evangelista Marcos nos dice que "el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor  las estrellas caerán del cielo... verán al Hijo del hombre sobre las nubes...y los ángeles reunirán a los elegidos", se trata de mirar la realidad cuando el Señor reúna a todos los elegidos y los presente a Dios, donde no hace falta el sol, ni la luna ni las estrellas.  Veamos como el profeta Daniel nos dice quienes tomarán el puesto de las estrellas, y quienes brillarán mejor que el sol cuando dice: "los doctos brillarán como fulgor del firmamento y los que enseñaron a otros la justicia, como estrellas por toda la eternidad" (Dn. 12,3).

Asi pues queridos hermanos, la razón de este trozo del evangelio es prepararnos para ese final que como hace ya ocho días decía, estamos en el final y lo que nos pide el Señor es perseverar para la salvación. 

Todas estas lecturas nos imprimen un sabor más pleno, de conocimiento y sabiduría. Aquí solo estamos de paso y vivimos como si no fuésemos a partir algún día. Vivimos desprovistos de lo eterno y muy provistos de lo temporal. Arreglamos nuestros asuntos terrenos y no arreglamos la vida con Dios. Destruimos la naturaleza sin pensar que mientras vivimos esta es nuestra casa. Hacemos todo lo contrario a lo que nos propone el Señor en el Evangelio. Seguimos siendo rebeldes sin causa ni condición. 

La Palabra de Dios no quiere  confundirnos, sino, llamarnos la atención. Si usted responde por sus actos y obra con justicia; si responde por sus hijos y cuida de ellos; si le responde con fidelidad y amor a la esposa o viceversa; si cuida lo público en razón del bien común; si no presta dinero a usura; si no acepta el soborno; si utiliza sus bienes con cordura; si cumple las obras de misericordia; si deja buena huella enseñando a los demás a conocer, amar y respetar a Dios y todo lo que hay en el entorno Divino, como la Virgen María, los ángeles y los santos, usted será una estrella brillante por toda la eternidad y brillará con esplendor de firmamento, es decir, con el esplendor del sol.

Queridos hermanos, no hay razón para asustarnos. Dios no ama tanto que no dejó que nos asustáramos ante lo que tenía que venirse encima de nosotros y que Jesucristo el Señor,      asumió por nosotros, mucho menos ahora no permite que nos asustemos frente a hechos que seguramente sucederán y que han sucedido a lo largo de los años y que lo seguirán haciendo, como temblores y otros fenómenos naturales que son secuencia de un estar en el universo. 

Durante dos mil años han sucedido tantas cosas y seguirán sucediéndose por otros dos o tres mil años más hasta cuando  nuestro sol se convierta en una  gigante roja en el universo y la tierra sea absorbida por el sol. Tranquilos, simplemente les recuerdo: mantengamos arreglados los asuntos con Dios. Aspiremos a los bienes del cielo disfrutando moderadamente y con buen juicio de los bienes terrenales. Hagamos lo que nos pide el Señor. Obremos con misericordia y amor y no tenemos por que estar asustados. Que el Señor les siga bendiciendo.


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